Murillo, el hombre duro que se engolosinó con el mando y no cuida “formas”

La mano derecha de Jeanine Áñez ejecuta el “papel de malo”, según el analista Cordero. Para Salazar, puede acabar desprestigiado por el tema ELFEC.


Varias voces de la arena política acusan que su protagonismo ha eclipsado al de Jeanine Áñez, y que quien digita la toma de decisiones fuertes y encarna el “papel de malo” al interior del Palacio Quemado no es otro sino Arturo Murillo, el ministro de Gobierno cochabambino y principal detractor del exmandatario Evo Morales.

El empresario que se animó a montar un hotel en medio del Trópico, el “corazón del Movimiento Al Socialismo (MAS)” de acuerdo con lo descrito por el analista Fernando Salazar, es el mismo que se constituye como pieza clave en el gabinete. El hombre de 56 años que se metió en la política de la mano del multimillonario Samuel Doria Medina y que no tuvo formación universitaria (se nutrió de manera autodidacta), es también el que supo mantener una línea acusatoria constante contra el partido azul y su principal representante, Morales, desde que se convirtió en un personaje con frecuente presencia en los medios. Según el politólogo Carlos Cordero, si una “virtud” debe serle reconocida al hotelero, es la “consecuencia”. “Tuvo una carrera política en las peores condiciones enfrentándose con el Gobierno del MAS. Murillo tuvo agallas de confrontarse en los momentos difíciles, lo que no sucedió con ninguno del gabinete, mucho menos con Ortiz (Oscar). Murillo ha sido coherente con eso”, puntualiza.

“Me da la impresión de que Murillo fue clave en el momento de asumir la presidencia y, a partir de eso, se engolosinó. Creyó que podía ser una presidencia de cinco años. Si Jeanine y Murillo hubieran sido fieles a la idea de pacificar el país y convocar a elecciones, el capital político de ambos habría sido espectacular. Áñez desperdició su oportunidad. Dejó la imagen de una persona manipulable, sin muchas luces. El éxito te engolosina. Cuando tienes éxito en política, crees que posees la varita mágica”.

A continuación, tres analistas desmenuzan las virtudes y puntos flacos del Ministro de Gobierno.

DISPARADOR DE ERRORES

Para el politólogo Cordero, el punto de inflexión que dio paso a las “equivocaciones” del exdiputado de Unidad Demócrata (UD) al frente del Gobierno fue el momento en el que se impulsó la candidatura presidencial de Áñez. Ese instante marcó el comienzo de las fallas. “Ella le debe la presidencia a Murillo porque él le dio apoyo y seguridad. Sin embargo, una vez en la presidencia, empezaron a cometer errores; el primero, ser candidata. Ahí iniciaron las equivocaciones de ambos. Murillo creyó que podían hacer gestión y proyectarla a Jeanine”. No obstante, Cordero resalta como positivo el hecho de que la autoridad, antes de llegar al poder, mantuvo su discurso. “Tuvo agallas para enfrentar al MAS en momentos difíciles. Tuvo la virtud de dar la cara en peores momentos y ser coherente”.

PAPEL DE “MALO”

El analista considera que el Ministro no solo representa un “hombre fuerte” en el gabinete, sino que toma acción en los temas que son delicados. Esta figura se repite en “todos los gobiernos”. “Alguien debe hacer el papel de malo, tiene que ocupar el papel de duro. Doria Medina lo descalificó y le puso un apelativo. Dijo: ‘es un bolas’, como un torpe. Ese calificativo, que fue negativo, posee un lado positivo. El ser bolas también es ser de agallas, esas que Doria Medina no tiene”.

COMPRENSIÓN INSTITUCIONAL Y “FORMAS”

El doctor en Ciencias Sociales, especializado en Políticas Públicas y docente investigador Fernando Salazar, concluye que la autoridad carece de una correcta visión sobre la institucionalidad. “Su pasión directa contra el MAS no le deja tener una clara visión. Es su lado negativo. Su rol es hacer gestión, él es gobierno, no un grupo de choque. No entiende la parte institucional, nunca pudo hacerlo. No se adecúa al contexto”.

Por su lado, la paceña Verónica Rocha, comunicadora y experta en política, considera que la experiencia que tuvo Murillo dentro del Legislativo (fungió, primero, como diputado, en 2005) es suficiente y amplia como para comprender el funcionamiento democrático y los rasgos de la institucionalidad, puesto que, desde el comienzo, este se presentó como una figura opositora al partido de Morales. No obstante, sus “formas” y el estilo “frontal y confrontacional” que expone Murillo, según Rocha, se vieron desnudados y criticados en un lapso que se prolongó más de lo debido.

“Creo que el estilo de hacer política que aplicó es muy efectivista en términos de oposición, pero no es propicio para cuando se trata de un Órgano Ejecutivo que tiene que gobernar a todos los bolivianos. Desde primer momento existía la sospecha de que una figura tan fuerte que no tenga la necesidad de mostrarse políticamente correcta en el país, iba a generar ruido en el gabinete”, explica.

CRISIS Y ESTILO

Rocha refiere que el primer síntoma que dio luces en torno a la fricción que se vislumbra en el gabinete se dio con las renuncias del exministro de la Presidencia Jerjes Justiniano y la exministra de Comunicación Roxana Lizárraga, allá por diciembre de 2019 y enero de 2020, de forma respectiva. “Esta no es la primera crisis de gabinete. La primera fue con la salida de Jerjes y luego con la de Lizárraga. En esos momentos se decía que había algunos ministros más apegados a la Presidenta que tenían mucho poder de decisión. Cuando Áñez se alía a Doria Medina, este menciona: ‘yo le digo a Murillo que hable menos y haga más’. Ahí hay otro momento en el que, desde adentro, se releva su nombre”, reflexiona. “Lo que ocurre en la última crisis del gabinete fue una acumulación de un estilo político que siempre fue así, producto del tiempo y de que las personas se empezaron a poner difíciles dentro del Gobierno, una vez que se presentó la candidatura y luego se bajó”, completa Rocha.

Los argumentos del viaje a Estados Unidos que dio Murillo no resultan muy sólidos para la analista. “La siguiente noticia que tienes, después de una crisis tan fuerte, es que el Ministro está viajando, lo cual deja muchísimas más preguntas que respuestas. Aunque las dio, no suenan tan coherentes”.

ELFEC

Para Salazar, el accionar del Ministro en el caso de ELFEC es cuestionable y hasta “peligroso”, puesto que existe una “violación del procedimiento normativo”. “Este es uno de los hechos más peligrosos de Murillo como empresario y político. Puede acabar con procesos y desprestigio. Plantea ELFEC en términos personales y como actividad de negocio. Murillo está violando el procedimiento normativo, queriendo sacar dinero del Estado para pagar a personas privadas. Ahí, la duda, incluso de uso de influencias. El único mandato del Gobierno interino, y faltando menos de un mes para las elecciones, es llevar a cabo los comicios”, alerta.