El Real Madrid debutó con derrota en la Liga de Campeones 2019-20 en un duelo en el que dormitó y se vio superado (3-0) por un inspirado París Saint-Germain, espoleado por el argentino Ángel di María, autor de dos goles y que mereció más premio.
En París se temía la transformación que sufre el Real Madrid en la Liga de Campeones, que le muta en un equipo temible aunque en el resto de las competiciones no le vayan bien las cosas.
Pero la metamorfosis tendrá que esperar, porque en el Parque de los Príncipes el equipo madrileño se mostró plano, inapetente, a merced de un rival intenso, que tuvo más ganas de buscar el triunfo, de reivindicarse ante un grande.
Necesitan los franceses este tipo de victorias para dar ese salto que se les escapa, victorias de prestigio, aunque sean en el otoño, todavía lejos de los momentos en los que se reparten los títulos.
Ni se creía la grada del Parque de los Príncipes, habituada a las decepciones contra los grandes, lo fácil que resultó el triunfo de su equipo, que cabalgó sin trabas por el césped, ante un rival que fue poco más que un espectador.
El senegalés Idrissa Gueye reinó en el centro del campo y, a partir de ahí, desarticuló a todo el Madrid, reducido a un conjunto menor, expuesto a los asaltos franceses, que llevaron la firma de Di María.
ES cierto que el equipo de Zidane todavía está tierno, que le faltaban jugadores clave, esos que le dan la personalidad y el genio, como Sergio Ramos en la defensa o Luka Modric en el centro del campo, pero ni eso justifica su naufragio.
Hazard, que debutaba en la Liga de Campeones, apenas apareció y Karim Benzema, en plena racha, no fue el salvador en esta ocasión. Nada funcionó en el Real Madrid, al que se le encienden las alarmas porque ni la canción de Europa que tantas veces sirvió de revulsivo valió esta vez. Fue más bien una canción de cuna.
El castigo fue paulatino y tuvo la firma de un jugador que durante cuatro campañas había vestido la camiseta madridista. El argentino Di María se erigió como el estilete de un ataque donde faltaban sus tres elementos clave.
El brasileño Neymar y el francés Kylian Mbappé, sancionado el primero y lesionado el segundo, lo disfrutaron en el palco del primero, donde no apareció el uruguayo Edinson Cavani, el tercer punta del tridente también ausente por problemas físicos.
No los echó de menos el PSG, porque encontró a un Di María en estado de gracia, que se fue agrandando a la par que su equipo y que perforó dos veces la red de Courtois.
A los 14 minutos al culminar de forma magistral un pase de Bernat, rápido, sin pensar, sin tiempo para reaccionar el portero blanco; a los 33 en un colocado disparo desde la medular del área, tan ajustado que de nada sirvió la estirada del meta belga.
Entre medias, el colegiado había anulado, con ayuda del VAR, un tanto de Bale por mano, el único conato de respuesta por parte de un Madrid indolente.
No cambió el panorama la charla de Zidane en el descanso. Su equipo pareció tener algo más de intensidad, pero no fue más que un espejismo. En cuanto el PSG se ajustó, volvió a arrinconar a los visitantes, incapaces de sacar la cabeza del naufragio general.
Durante unos minutos, por las orillas del Sena rondó la amenaza de una goleada de esas que dejan una cicatriz duradera.
Di María rozó el triplete en una vaselina que se marchó por encima del larguero y Courtois evitó que Sarabia, otro ex de la casa blanca, marcara.
Ni los cambios reactivaron al Real Madrid. Lucas Vázquez sustituyó a un desaparecido Hazard y Jovic a James, perdido ante la superioridad parisina en el centro del campo. No cambió el panorama, el monólogo parisiense ante la incomparecencia madridista.
Cuando agonizaba el encuentro, con el Madrid ya rendido, los dos laterales parisienses firmaron el tercero, un contragolpe lanzado por Di María que dejó a Meunier y a Bernat en un dos contra dos que el belga acabó transformando.
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