El futuro de la firma china se tambalea después del cerco de varias empresas del sector como Google o ARM y de «telecos» de la talla de Vodafone
Es la infraestructura que conectará el mundo. Que abrirá la puerta al futuro. Y nadie quiere perder este tren. Las redes móviles de quinta generación, más conocidas como las redes 5G, es el caramelo que está en juego en estos momentos. La batalla tecnológica entre Estados Unidos y China, que ha colocado en el disparadero a Huawei, se puede entender también por el reparto del pastel. Hay muchos intereses depositados. El culebrón no ha hecho más que empezar y va para largo.
Tras años de desarrollo, conceptualización y estandarización, las redes 5G deben empezar a desplegarse este mismo año. El objetivo dar el pistoletazo de salida en 2020. Es una tecnología diseñada para mejorar las velocidades de conexión a internet, reducir a la mínima expresión la latencia -tiempo de respuesta de la red- y que, a su vez, generará un sinfín de oportunidades en todos los sectores.
Y será fundamental porque según diversas estimaciones para 2025 se estima que estén conectados más de 100.000 millones de dispositivos. Para Europa será también de vital importancia; según las previsiones de la Comisión Europea, el despliegue de las nuevas redes 5G supondrá una inversió de 56.000 millones de euros y la creación de 2,3 millones de empleos, lo que repercutirá en la riqueza: más de 141.000 millones de euros.
Si nada cambia después de este conflicto y se rompen algunos acuerdos, el 5G «habla», básicamente, chino. Huawei es líder de esta tecnología y una de las firmas que más contribuciones técnicas ha aportado para que sea real. Y muchas compañías de telecomunicaciones cuentan en sus planes estratégicos con apoyo de la compañía, vetada por Google o ARM por la brecha abierta con el gobierno de Estados Unidos. Ha aportado antenas, sistemas, soporte, infraestructuras para implantar estas nuevas conexiones.
La estrategia de sustitución «in extremis» de Huawei por otra empresa que no suscite tanta incertidumbre en términos geoestratégicos no parece viable en estos momentos. Al menos al corto plazo y hasta ver cómo se desarrollan los acontecimientos, porque es posible que, finalmente, el conflicto se resuelva por la «vía ZTE», es decir, el pago de una gran cantidad de dinero.
Telefónica y Vodafone han empezado a estudiar el impacto del consumidor el veto a Huawei, adelantaba recientemente EFE. Otras «telecos» que cuentan con tecnología de Huawei es Orange. El ahorro de costes ha sido uno de los pilares claves en su apoyo. Y en el caso de Vodafone es fuerte porque Huawei es el proveedor de hasta el 60% de sus redes.
La firma china, a día de hoy, cuenta con el 35% de la cuota de mercado en Europa, siendo uno de los tres principales proveedores de esta tecnología en la región. De hecho, ha registrado hasta 2.570 patentes relativas al 5G, pero es que, además, ha llegado a firmar acuerdos con unas 40 operadores a nivel global. Para colmo, más de 70.000 estaciones base han sido suministradas por la compañía, según su estimaciones. La alternativa es delicada. De factura europea, solo Ericsson y Nokia se sitúan razonablemente cerca de la aportación de Huawei en materia del 5G. Una innovación básica para la industria manufacturera.
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