El empellón que segó la vida a Suleyde Estívarez López, de 52 años, que intentó evitar que quienes decían defender la democracia no le desbarataran su único medio de vida, una pulpería en la ciudad de Riberalta, en el amazónico departamento de Beni, rubricó la medida de fuerza con que la oposición boliviana combatió el jueves la candidatura del presidente Evo Morales para las elecciones de fines de 2019.
La mujer, que arrendaba en una barriada pobre de Riberalta, a 922 km al oeste de La Paz, se negó a acatar la orden que su contradictor le dictó, bajar las persianas de su negocio.
Estívarez López, que comía al día de las ventas, según explicó un vecino, fue a dar contra el pedal de la motocicleta que montaba su agresor y murió en el acto.
El parte médico describió una "hemorragia subaracnoidea" lo que detonó "un accidente cerebro vascular hemorrágico".
La jornada movida por la oposición conservadora de Bolivia, que dijo perseguir un bien pacífico, mostró también a grupos de manifestantes escondidos en esparadrapos que atacaron durante horas con ruindad a la Policía que inerme custodió las instalaciones del Tribunal Supremo Electoral (TSE), en el corazón de La Paz, y que dejó en estado crítico a un uniformado embestido con una filosa estaca y a varios de sus camaradas con lesiones y heridas de diversa consideración, de acuerdo con el Comando Nacional de la Policía.
En lógica de horda, los atacantes, en su mayoría imberbes, lanzaron piedras contra los agentes, rompieron los pisos de la Plaza Abaroa, a unos de cuyos costados de alza el TSE, y hasta trataron de prenderles fuego.
El saldo de una jornada prevista por la oposición para tumbar la candidatura de Morales -instituida por el Tribunal garante de la Constitución y homologada hace horas por el TSE, lo mismo que otras 7, entre otras del expresidente Carlos Mesa (2003-05) y su igual liberal expresidente Víctor Hugo Cárdenas (1993-97)-, que discurrió en la mañana y parte de la tarde sin poder alcanzar su objetivo de paralizar el aparato productivo boliviano, tornó violenta y las tensiones se dispararon al entrar la noche.
Estívarez López que padecía una afección cardiaca salió de su casa cuando vio que activistas del 21F o, lo que es lo mismo, contra la candidatura de Morales y que proclaman defender la supuestamente "democracia herida de muerte", entraron a su local de expendio para intimarle que cierre y que así sume a la protesta contra el presidente indígena de izquierdas.
Uno de ellos, cuyo nombre y paradero se desconocen por el momento y que le provocó la muerte al empujarla y hacerle caer, de acuerdo con testigos, le había preferido insultos antes de darle el desgraciado empellón, contó a la televisión local, su familiar Lucia Suárez González.
El esposo de la mujer, que entre sollozos no alcanzó ni siquiera a decir su nombre, culpó a los "organizadores" de la jornada cívica de protesta, que el Gobierno tachó de "violenta y política", según el ministro de Gobierno, Carlos Romero.
El presidente Morales lamentó la muerte de Estívarez López.
"Lamentamos profundamente la muerte de la hermana Suleydi Estívariz López, a causa de agresiones de seguidores de la oposición que obligaban a la gente a cerrar sus negocios en Riberalta. Condenamos este exceso. Nuestras condolencias a su familia y al pueblo riberalteño", manifestó en su cuenta en Twitter.
El Defensor del Pueblo de Bolivia, David Tezanos Pinto, dijo el jueves que el deceso de la mujer en medio de las protestas de las plataformas ciudadanas de oposición, llama a deplorar hechos de violencia y a sus incitadores.
"El fallecimiento de la señora S.E.L. de 56 años de edad, en la ciudad de Riberalta, tras desvanecerse cuando trataba de apaciguar un hecho violento, no puede pasar desapercibido, sino que llama al pueblo boliviano a deplorar la violencia y a sus incitadores; deja en evidencia el riesgo en el que se exponen o se encuentran las poblaciones vulnerables, como son las niñas, los adolescentes, las personas adultas mayores y otros", indicó, citado en un boletín institucional.
La violencia se contagió a la ciudad central de Cochabamba, donde manifestantes anti Evo intentaban tomar las oficinas del TSE hacia las 20h30 locales del jueves, de acuerdo con medios de prensa.
"Condenamos enérgicamente los actos de violencia, racismo,discriminación de los grupos del 21 F que atacaron a personas que no querían sumarse al paro. Existe un desenlace fatal, el fallecimiento de la Sra Suleyde Estivarez en Riberalta como producto de esos actos de violencia", escribió en redes sociales la diputado Sonia Brito.
La oposición boliviana metió presión con cortes de ruta en suburbios de clase media de las principales ciudades del país, a un año de la verificación de las elecciones nacionales.
Encarnada por el expresidente Carlos Mesa, el acaudalado empresario Samuel Doria Medina, el gobernador de Santa Cruz y el aliado del primero, el alcalde de La Paz Luis Revilla, la oposición rechaza la resolución el TSE.
Hasta con piquetes de legisladores en supuesta huelga de hambre, con la llegada a La Paz de esmirriadas columnas de activistas que caminaron días para manifestar su adversación a la postulación presidencial de Morales, la oposición intenta recaudar afectos para enervar una campaña focal que podría durar 6 meses, antes de la campaña electoral boliviana propiamente dicha de cara a los comicios.
En conferencia de prensa, Romero dijo, a manera de síntesis, que los bolivianos desoyeron la convocatoria al paro "político" que hicieron plataformas ciudadanas y opositores.
Las actividades se cumplieron con "absoluta normalidad" en Bolivia, mantuvo.
"La convocatoria a un paro político denominado paro cívico ha sido desoída por la población boliviana, eso está claro, eso es objetivo, eso se lo vio en las calles, en caminos, en la industria", dijo en conferencia de prensa.
Romero manifestó que el Gobierno otorgó garantías necesarias para las movilizaciones y nadie interfirió las protestas.
Fuente: ABI
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