Por Camilo Katari
Carlos Mesa en el mejor estilo de los políticos chicaneros miente. Según
declaraciones en una red de noticias, dijo que
no tiene por qué presentar pruebas, puesto que en el Caso Lava Jato él
no hizo acusaciones, sino solicitó que también se investigue el periodo
de mandato de
Morales, ya que la misma red reproduce un tweet de Mesa que hace la
siguiente afirmación: “Acaso no se pagaron sobornos de Camargo durante
su gestión?” es o no una acusación.
Mesa
acostumbrado a un manejo sinuoso del lenguaje recurre a las artimañas,
que su lengua madre le provee para justificar su también sinuosa
posición política. En el fondo es la expresión de la viveza criolla del
“ilustrado”, esa figura de intelectual colonizado que, Marisol de la
Cadena, antropóloga peruana, describe para estos sujetos regados por
todo el continente.
¿Qué
méritos tiene Carlos Mesa? Pues ninguno, los que vieron un gran adalid
del debate en sus días de vocero de la causa marítima, hoy no dicen
ni pio porque ni tenía los mejores argumentos y sólo trabajó para el
fortalecimiento de su ego.
Su
paso por el gobierno tuvo dos periodos muy mediocres, el primero como
vicepresidente de un gobierno neoliberal que llegó a masacrar a
ciudadanos
bolivianos y, el segundo, como mandatario que consultaba a instancias
internacionales las medidas que debía tomar –la mediocridad pura- que ha
quedado como la imagen de su gobierno, pretender mostrarse como un
hombre fuerte y de decisiones firmes es una caricatura
para quienes hemos sido testigos de su paso como primer mandatario.
Pero
también debemos apuntar su otra faceta, se declara defensor de los
derechos humanos ¿Dónde estuvo ese pensamiento cuando las víctimas de
octubre negro le solicitaron que testifique en el juicio seguido en
EEUU? Sencillamente no le dio la gana o no tiene conciencia para
defender los derechos concretos de familias bolivianas.
Vistos
todos estos antecedentes la candidatura de Carlos Mesa es un gran globo
inflado por viejos políticos que llevaron al fracaso proyectos
políticos como CONDEPA, MBL, y el MSM, puras siglas de fracaso
político.
No
es cierto que por mucho madrugar amanece más temprano, pues como
finalmente se presenta el panorama electoral, Carlos Mesa no tiene
futuro,
el voto que le garantiza la sigla Sol.bo, es muy reducido en el
espectro nacional,
no tiene otro aparato que pueda sumar votos, los grupos de
amigos –denominados plataformas- que firmaron sendos compromisos para
acompañarlo, ya se diluyeron frente a la fuerza organizativa de Sol.Bo.
Tras
la imagen de un “hombre que sabe”, se encuentra el soberbio espectro
del tradicional “doctorcito de Charcas”, cabe aclarar que esta categoría
no se aplica solamente a los abogados, sino a todos aquellos que Carlos
Medinaceli denominó “Huayralevas”.
El
discurso que tiene el “ciudadano” Mesa no reconoce un país
plurinacional, no reconoce la diversidad cultural, en otras palabras no
reconoce
la historia de Bolivia, y como ya sabemos, quién no entienda a Bolivia
no puede gobernar, le paso a Víctor Paz Estenssoro, a Jaime Paz Zamora, a
Hugo Banzer y a Gonzalo Sánchez de Lozada.
Bolivia
ya no necesita de Huayralevas, sino de hijos de la tierra, esta no es
una constatación en Bolivia solamente, sino que se plantea para
el resto del mundo.
Camilo Katari, es escritor e historiador potosino
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