Las señales de los
tiempos de cambio que recibimos de Roma, no tienen su eco en esta
parte del continente, la jerarquía de la Iglesia Católica boliviana
continúa con su mentalidad colonial, por eso confunde la metáfora
bíblica del “rebaño” con la realidad, seguramente
por esta confusión mantiene una postura de defensor de los poderosos, a
quienes no les gusta ni la democracia, ni la legalidad, y peor la
autodeterminación en el de los pueblos.
Cuando
el Papa Francisco señaló a los jóvenes que “hagan lío”, no se refirió a
las cúpulas sacerdotales, primero porque no son jóvenes y segundo no
son laicos.
Los equívocos de la Iglesia Católica, en tiempos de su poder omnímodo
ocasiono guerras, muertes, juicios insensatos, quema de libros, quema de
personas. ¿Será que ahora extrañan esos tiempos?
A presión y desesperación de
los medios surgió en ese escenario la necesidad de contar con una
respuesta de parte de la iglesia respecto a los resultados del 21-F y
como era de esperar, el Cardenal
Toribio Ticona, no dio una posición definitiva, más bien, expresó una
postura personal y señaló que “dentro de la identidad de cada persona
sí, se debe respetar. Pero el respeto no solamente a un lado, sino a
ambos lados”.
No obstante, dijo que no se
puede pronunciar ni en favor ni en contra de los colectivos ciudadanos
que se movilizan en defensa del 21F, porque de hacerlo rompería su
misión de trabajar por la
unidad de los bolivianos. De igual modo, respecto a la postura del
obispo de Sucre, Jesús Suárez, enfatizó con claridad que la Iglesia
Católica no debería meterse en asuntos político partidistas.
Es
de ahí que nos llamó la atención el documento de la Conferencia
Episcopal de Bolivia, y por ello que, azorados y perplejos nos quedamos
frente a las declaraciones
de algunos jerarcas de la Iglesia Católica que daban su posición
respecto de la situación de Nicaragua, como que ya se estaría viviendo
un escenario de guerra y que el culpable es el gobierno de Ortega.
Tanto
así que hasta el obispo de Sucre, Jesús Juárez, manipulando
políticamente este tema, llevó a su feligresía este fin de semana, a una
peregrinación desde
la capilla de la Virgen de Guadalupe hasta el cerro Churuquella e
hicieron un acto litúrgico, les pidió que recen el santo rosario y para
pedir la paz por ese país.
Hoy,
los que ayer usufructuaban del poder, los que jamás se preocuparon por
las necesidades del pueblo nicaragüense, decidieron copiar la farsa de
la oposición
venezolana e interpretar al pie de la letra el guión elaborado por la
CIA y financiado por su gobierno y algunos millonarios nicaragüenses que
se esconden en el país del norte.
La pregunta que se harán
miles de fieles creyentes o no creyentes ¿Cuándo la Iglesia tomó
posición de otros escenarios de violencia que se cometieron en países de
nuestra América Latina? o ¿no
se enteraron que de igual forma o peor existen escenarios de
conflictividad en Argentina contra las políticas de Macri con miles de
despedidos?
¿Se hicieron oraciones y plegarias en los otros conflictos de Guatemala u Honduras cuando
las calles de la nación centroamericana a principios de año,
fueron testigos del descontento popular por la validación del nuevo
mandato del actual presidente, Juan Orlando Hernández y que llevó a la
violencia, muertes y detenciones?
De un tiempo a esta parte, la
cúpula eclesial, pero más precisamente el entorno más reaccionario de
la CEB, encontró como pretexto a través de documentos, observar la
conducta del gobierno y los
escenarios de la conflictividad en países, que si miramos el pasado,
jamás vimos pronunciamientos o acciones que vayan a que los fieles
actúen en función de lo que les piden u otros casos les impongan.
En
ese contexto resulta cómico que obispos católicos, como lo que sucede
en Bolivia, se dediquen a realizar ese tipo de política, si lo quieren
hacer que
de una vez por todas desnuden su adscripción ideológica y en esa
medida, actúen como miembros de un partido político.
Hoy
la jerarquía eclesial boliviana es el eco de una Iglesia con muchas
contradicciones y con una clara opción por el statu quo. De ahí que,
como afirmaba
el sacerdote jesuita, Jaxier Albó, algunos no están ni con el Dios ni con el diablo,
postura que para muchos es muy cómoda y que refleja el amarillismo de
ésta Iglesia, a diferencia de los que conocíamos como Luis Espinal,
Oscar A. Romero y otros
que tomaron muy clara y proféticamente su opción por los pobres y
trabajaron por la justicia social.
Estamos
frente a un nuevo enemigo y ese también forma parte de la conspiración
contra este gobierno, es la cúpula eclesial boliviana, que de la mano de
ese
grupo oligárquico con mucho poder económico, de los medios privados y
de partidos más conservadores, tendrá que recoger la lección de los más
pobres que están perdiendo la fe por culpa de ese grupo de
pseudopastores.
Mientras
existan verdaderos pastores que por vocación trabajen codo a codo con
el pueblo y vivan de igual manera, como vivió en su juventud el Cardenal
Toribio
Ticona, por ejemplo, habrán otros, los lobos vestidos de ovejas,
aquellos sepulcros blanqueados que tanto aborrecía Jesús, y que se
apuntan al proceso conspirador contra su pueblo.
Autor: Camilo Katari
Publicar un comentario
Agregue aquí su comentario...