La guerra por la verdad desde la guerra digital

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 La guerra sucia es una cobarde práctica que se la usa para descalificar moralmente a alguien, sobre todo inmiscuyéndose en la intimidad de su vida privada. Es un alevoso aditamento, que como está indisolublemente intrincado a la indigna naturaleza de este tipo de guerra, inventa intrigas que dañen más al oponente.

De éste tipo de guerra sucia hemos sido testigos en los últimos diez años, cuando Doria Medina inició una infame campaña de calumnias y mentiras contra el presidente Evo Morales, inventando intrigas sobre su vida personal. Una de las más bajas y ruines de su repertorio fue aquella referida a que el presidente Morales había embarazado a la hija de la ex ministra Nemecia Achacollo.

Doria Medina no se quedó en aquella infame intriga, pues continuó con las mismas atacando al presidente y al gobierno como esa del “colgamiento” en El Alto, la caída del satélite, el corralito bancario, o la campaña espuria del NO atribuida al Papa Francisco contra la repostulación o la más infame como fue la del “hijo del presidente” con Gabriela Zapata.

Pero lo más patético de quienes después de desacreditar al presidente Evo Morales y una vez que han entrado al campo de batalla los llamados “guerreros digitales” para defender la gestión de gobierno del presidente de los alevosos ataques de los mercenarios de la mentira de Doria Medina, éste ha echado el grito al cielo, denunciado que el gobierno ha contratado millonariamente -otra intriga- a los guerreros digitales para que defiendan al presidente.

Mentir pasó a ser un gran negocio y dejarse engañar un evento que no exige esfuerzo. Y todo eso sirve, además, para esconder la realidad y las conductas delincuenciales de políticos de la talla de Doria Medina que también esconden sus negocios ilegales y que utilizan esa arma como parte de la guerra psicológica que es más fuerte que la guerra de las armas.

Un equipo de cibermentirosos disfrazados de “periodistas”, después del 21-F, escribe para que el arte de la mentira parezca una etapa liberadora e inevitable. Mentir a toda hora desde las redes sociales para que ya no importe lo “real”, incluso en el círculo de los “intelectuales” amaestrados en los medios privados de comunicación, la Iglesia Católica y ahora en los círculos más cercanos a los “rectores” de las universidades.

Opositores radicales al gobierno asumieron como suya esa denominación y camuflados en ‘colectivos ciudadanos’ o plataformas ciudadanas conspiran e implementan acciones violentas, y con un discurso lleno de medias verdades o mentiras completas intentan deslegitimar no solo al gobierno sino también al defensor del pueblo, David Tezanos —con una generosa cobertura mediática— el otro día agredieron a su esposa en un café de Santa Cruz que le exigió “respeto el 21F”.

Los hechos desvelan que si bien los portavoces de la oposición no dan la cara, ellos dan la línea política a quienes actúan bajo el nombre de ‘plataformas ciudadanas’ y han hecho causa de vida decir NO a toda iniciativa del Gobierno, sin importar si con ello atentan contra el desarrollo del país y de las regiones.

En medio de este espectáculo de mentiras, medias verdades,  da pena la conducta de los medios privados y sus públicos cautivos. Los medios cognitivamente libres no tienen éxito, la gente no quiere oír la verdad, sólo desea escuchar lo que ya de antemano tiene por verdad.

“¿Tu verdad?, No, la Verdad,/ y ven conmigo a buscarla./ La tuya, guárdatela”, lo había señalado muy bien Antonio Machado.

La guerra por encontrar la verdad ya ha empezado echando mano de las mismas armas de esa brutal guerra psicológica en las redes sociales, pero combinando a las otras armas para la guerra ideológica. Contra ese infierno ideológico, decía Lenin, “La verdad es siempre revolucionaria”.

Autor: Luis Camilo Romero