La Casa de Moneda de Potosí publicó los 10 números de la
revista GESTA BÁRBARA con facsímiles de las 10 portadas, cuyo director fue
Carlos Medinaceli. Entre los artículos de éste figura “El sentido de la tierra
y del paisaje” (Nº 8, año IV) y dice:
La tierra hace al hombre y éste participa de las condiciones
de ella en compenetración orgánica y espiritual. ¿Cuál es el sentido de la
tierra potosina y cómo ha influido en sus habitantes? Potosí ha forjado hombres
que más que la explosividad latina, tienen la reconcentración sajona.
En Potosí, bajo un cielo de transparencia metálica, se
extienden llanuras grises, interminables despoblados y se alzan empinados picos
de montañas zahareñas y áridas; tierra grave y desnuda, sin contrastes de color
y huérfana de galas. En un paisaje así, el hombre se torna reconcentrado y
adusto; siente la seriedad de la vida y comprende el sentido religioso de la
Tierra. Se vuelve necesariamente idealista, se fortifica dentro de suyo, se
aferra a sus ideaciones y crea dentro de su espíritu los jardines interiores
que la naturaleza, avara de dones, no quiso darle.
El medio le combate: una bruma cenicienta, un viento y un
frío hirientes, las más de las veces, se suman a la austeridad ascética del
paisaje: ve, entonces, la necesidad de luchar contra la naturaleza hasta
rendirla: se hace fuerte y agresivo; perdido en medio de sus montañas, en un
ambiente de desolación, se siente desamparado y se refugia dentro de su yo: se
hace egotista y huraño. De Potosí se ha dicho que es el pueblo más rebelde de
la república y se explica: es también el más sufrido. Aprendió, el potosino, a
combatir, desde temprano, con la naturaleza: es resistente para toda lucha.
En la inflexible contienda con su medio, aprendió a confiar
en sus fuerzas: su tierra le hizo sobrio y austero. No sabe, como la gente de
valle, deslumbrarse con las apariencias estéticas del mundo sensible: si
descubre sugestión en el paisaje familiar, es proyectando al mundo exterior las
ideaciones subjetivas. Y no obstante la crueldad de su tierra, no la odia: la
ama doblemente, porque es una curiosa trampa de la naturaleza, aquello de que”
no son los países más hermosos ni aquellos en que la vida es más agradable, los
que adquieren mayor imperio sobre el corazón, sino aquellos en que la tierra es
más desnuda, más humilde, se halla más cerca del hombre y le habla con un
lenguaje íntimo y familiar”. (Romain Rolland).
¿Que el paisaje potosino carece de belleza y deleite? Eso es
para quien no comprende que la belleza es una creación subjetiva, y no un
simple reflejo del mundo exterior sobre los sentidos. Quien no sabe interpretar
el alma de la tierra y sentir el paisaje de estas ásperas sierras, donde “la
hermosura se reviste con el sayal del penitente”, no comprenderá jamás el
refinado sentido estético de esta naturaleza adusta, ni escuchará las másculas
lecciones de energía que encierra la grandeza salvaje de las montañas. GESTA
BÁRBARA
Autor: Ramón Rocha Monroy (El Ojo de Vidrio)
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