La política "egoísta y agresiva" de EE.UU. ha consolidado los lazos bilaterales entre Rusia y China, sostiene el politólogo Timoféi Bordachev.
El 25 y el 26 de abril en Shanghái tuvo lugar una conferencia chino-rusa del club internacional de debates Valdái. El politólogo y director del programa euroasiático de este club, Timoféi Bordachev, ha descrito su visión del desarrollo de las relaciones entre Rusia, China y EE.UU. en su artículo titulado 'Rusia y China: la pesadilla cumplida de EE.UU.', publicado en el portal Gazeta.ru.
Mientras el enfrentamiento de Washington con Moscú se desarrolla principalmente en el mercado de las ideas "y por eso es tan histérico", el "desafío estratégico" que plantea China para EE.UU. se debe a la expansión económica de Pekín, que "no solo no plantea convertirse en un cómodo socio menor [de EE.UU.], sino que planea aumentar el grado de autonomía de otros Estados", sostiene Bordachev.
China, de un socio de EE.UU. a su "pesadilla"
A su modo de ver, en EE.UU. tradicionalmente esperaban la transformación del mercado del país asiático por el aumento del nivel de vida de su población y la democratización, o a causa de que la "política exterior imperialista" se tornara desventajosa para China.
"No se puede olvidar que fue precisamente EE.UU. que desempeñó un papel tremendo en el éxito de la política de apertura y reformas económicas iniciada hace casi 40 años por el gran Deng Xiaoping", señala el politólogo ruso.
Sin embargo, la situación comenzó a cambiar a medida que aumentaba el peso de China en el panorama internacional y sus enormes oportunidades económicas. "En un principio, en EE.UU. se alegraban, ya que contaban con que el movimiento de China al interior del continente lo haría chocar inevitablemente con Rusia", opina Bordachev.
La expansión económica de China: un problema para EE.UU., pero no para Rusia
En respuesta al aumento de la presencia china en el espacio postsoviético "Moscú tenía que emprender una lucha por la influencia contra Pekín con una firmeza maníaca", resume Bordachev al hablar de lo que considera "el plan de los socios de Washington".
No obstante, EE.UU. no llegó a observar la "reacción esperada": Rusia da la bienvenida a las inversiones desde China en las repúblicas que formaban parte de la URSS, ya que dichas inversiones "en teoría pueden fomentar la estabilidad socio-económica en Asia Central y al menos parcialmente aliviar la carga de Rusia y de su mercado laboral".
El politólogo también destaca que a diferencia de EE.UU., cuyos ingresos dependen del control de los mercados, Rusia se enriquece vendiendo sus propios recursos energéticos y otras mercancías, como armas y trigo, por lo cual la expansión económica de China no representa un problema para Moscú.
Ahora China ofrece a otros países una fuente alternativa de recursos para el desarrollo, y si bien la dependencia de ciertos Estados de Pekín no necesariamente tiene que ser mejor que la dependencia de EE.UU., la posibilidad de elegir ya significa un aumento de libertad, razona Bordachev.
La política "egoísta y agresiva" de la actual Administración de la Casa Blanca y sus recientes restricciones contra el comercio chino consolidan los lazos bilaterales entre China y Rusia, "pero para resistir la 'Guerra Fría' unilateral desatada contra ellos, ambas potencias tienen que mejorar su cooperación", concluye el politólogo.
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