Racismo en Sucre se reaviva contra autoridad chuquisaqueña

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*Camilo Katari

Volvió a reactivarse el síndrome de odio y racismo en la capital del país tan similar al que habíamos olvidado después de ese cruel 24 de mayo de 2008, cuando se perseguía y golpeaba a campesinos en plena plaza central.

Esta vez el turno fue contra una autoridad indígena que tiene cargo de Gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu,  cuando intentaba dirigirse a la Gobernación a la espera de que se instale la Asamblea de Instituciones para analizar los preacuerdos con el gobierno por el tema de Incahuasi.

Primero recibió insultos de algunas personas, muchos de ellos jóvenes, luego le lanzaron basura y luego se sucedieron los golpes con palos y piedras, incluso petardos. Otros testigos informaron que tuvieron que mimetizarlo con un casco de motociclista para no ser reconocido. Después se dijo que tendría algunas heridas pero no de gravedad.

Tras los incidentes en Sucre por el campo Incahuasi que derivaron en la persecución y agresión al gobernador de Chuquisaca, autoridades denunciaron que el conflicto “se había desbordado” y los cívicos ya no tenían el control de la gente y mostraban de nuevo señales de racismo tan similares como los de hace 10 años.

La tensión entre Chuquisaca y Santa Cruz estaba aparentemente disipada, pero el tema lo trasladaron para que sea el gobierno quien resuelva el famoso tema de límites por el reservorio del pozo Incahuasi. La manera cómo ha encarado el tema desde su inicio fue quizás lo que llamó la atención a esos departamentos y que agravaron el problema.

Recordemos lo paradójico que resulta ahora que dos departamentos, otrora  durante el intento fallido del golpe cívico prefectural de 2008, con la intención también de derrocar al gobierno del presidente Evo Morales, estén confrontados. Recordemos que en ese tiempo, tanto Chuquisaca y Santa Cruz, no decían nada de estos temas que ahora los separan.
Aquel entonces todos los líderes opositores, como el ex dirigente, Fernando “látigo” Rodríguez, la diputada Lourdes Millares, el asesor jurídico, Germán “Chunka” Gutiérrez, el dirigente de Comité Interinstitucional, Jaime Barrón, la ex alcadesa Aydee Nava, Fidel Herrera y la misma Sabina Cuellar, ex prefecta, se alinearon a los dictados de los líderes cruceños, con quien hoy, se encuentran enfrentados por el campo Incahuasi.
Lo decimos hoy, como lo afirmabamos ayer y seguiremos diciendo que a la derecha sólo los une sus intereses económicos, como sucede actualmente con la disputa de ese campo. Y esa es la razón por la que, quienes ayer se echaban flores, hoy están en estado de apronte, olvidándose de sus conspirativos coqueteos con aires de racismo tan iguales a lo que se dieron hace 10 años.
Todo lo que conocemos por racismo viene de un viejo trauma que arrastra la historia, el colonialismo, y es éste que ha subsistido en toda la historia republicana. De ahí que, en ese proceso de la Asamblea Constituyente boliviana, los espíritus del pasado, todos ellos racistas de color blanco, renuevan su discurso y mimetizan sus delirios de superioridad.

Los sucesos del 24 de mayo de 2008 han despertado otra vez en el alma de esa gente que no ha aprendido la lección de la historia, sino que repite y saca a relucir su identidad colonial como si fuera señales de revancha por algo que lo perdieron.

Después de 10 años del horror expresado a hermanos nuestros con actos de humillación, hay toques de alerta en las conciencias ciudadanas que no se han podido superar y que una vez más nos invitan a construir espacios democráticos, sin poses ni miramientos desde arriba, sino más horizontales y por sobretodo más humanos.

Si no asumimos nuestra misión de acompañar este proceso histórico, sin exclusiones, sin odios, sin discriminación, solo con la premisa de desterrar el racismo, seguiremos padeciendo la maldición del mito de Sísifo, sumergidos en el destino de repetir actos que separan a todo ser humano. Entonces, Dios Padre y Madre de la Vida será implacable y nos increpará: “Caín, Caín, qué has hecho con tu hermano Abel. El clamor de su sangre ha llegado hasta mí”.


*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino