*Camilo Katari
Se
cumplen diez años del acto más salvaje y cruel cometido a hermanos
nuestros en una demostración del racismo
hasta lo más radical, donde fue la ciudad de Sucre el escenario de la
mayor crudeza el año 2008 y que reveló ese nudo colonial que la espada
de Bolívar o Sucre no pudieron cortar.
Esa
es nuestra historia, ese permanente enfrentamiento entre el bloque
colonial que ignora a los indios por
considerarlos inferiores. Este enfrentamiento se ha convertido en una
afrenta para esta media clase, que no soporta la presencia indígena en
los dispositivos del poder, de los que se creían dueños absolutos, por
eso su ensañamiento feroz traducido en el odio
que día a día, está presente en las redes sociales y en los medios de
comunicación que posee la media clase.
Hoy,
cuando se disputan territorios demarcados por la imposición colonial
entre Chuquisaca y Santa Cruz, debemos
recordar que hubo un tiempo de disputa entre representantes de las
diferentes corrientes de curas, franciscanos, jesuitas, mercedarios,
dominicos, etc., se dividían los territorios conquistados, esos son los
orígenes de nuestra actual división política, realizada
ignorando a los dueños de esos territorios; los pueblos originarios.
Romper con la mentalidad colonial es la principal tarea revolucionaria, esa mentalidad que trata de ser justificada
señalando: “sólo estamos haciendo crítica, no somos de derecha”,
cuando sus opiniones son claramente coloniales, la psicología de la
comunicación nos ha dotado de diversas herramientas para conocer los
verdaderos contenidos
de los mensajes que reflejan las neuronas colonizadas.
En
la ciudad de Sucre nuevamente el rostro racista y xenófobo recorre las
calles, agrede a los quechuas que
tienen el poder político, las élites racistas manipulan las hordas, que
llenas de odio atropellan la institucionalidad del Estado, nuevamente
buscan sangre.
Es
de ahí que otra vez la casta colonial y de sangre azul, por actitudes
xenófobas no ha permitido que el presidente
Morales acompañe los actos en la celebración de 209 años de la fiesta
cívica chuquisaqueña, porque al descalificar a sus autoridades, tras el
cabildo de hace más de una semana, claramente el destinatario del
mensaje es el presidente Evo Morales.
Este
tipo de actitudes nos recuerdan el tiempo de la Asamblea Constituyente,
a sus dirigencias y pertenecientes
a ese segmento de la sociedad denominada: "clase media”, que algún
humorista con gran precisión señaló que son una “media clase”.
La
relación con el otro indígena, históricamente ha sido una relación del
“no ser”, señalada por Franzt Fanon
es decir negando su existencia como parte importante de nuestra
formación social, esa mirada racista (marca indeleble del colonialismo)
que mantienen amplios sectores de nuestra compleja sociedad.
Estamos
en los tiempos de tomar grandes decisiones, estamos en tiempos donde la
mentalidad racista está retornando
a los centros universitarios, a los conventos y a sus jerarquías; la
radio y la televisión se encargan de activar esos resabios coloniales en
todas las familias, los maestros autoconvencidos de su carácter
revolucionario replican la pedagogía racista, tratan
de imponer su dogma de fe trostkista y coinciden con la derecha más
retrógrada.
Estamos en esos tiempos, por ello diremos que abundan las opiniones racistas y
después de diez años, han despertado otra vez
en el alma de esa gente que no ha aprendido la lección de la historia,
sino que repite y saca a relucir su identidad colonial como si fuera
señales de revancha por
algo que lo perdieron.
*Camilo
Katari, es escritor e historiador potosino
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